Íbamos ya mal de tiempo. Es lo que tiene salir de casa con dos niños y
un vaso de colacao que pierde. Y encima vómitos por aspersión tremenda
contra el coche, parada inexcusable para mear en una cuneta. En fin, lo
que es la vida. Y llegamos por fin, con el tribunal esperándome,
mi director ya en la puerta. Nada más entro en la sala, entre varias
caras conocidas, me sorprende la presencia de tres personas... digamos
maduras, no, lo siguiente, dos mujeres y un hombre, dispuestos a
sentarse en ese mismo momento. "Qué raro esta gente para una tesis de
maternidad", pienso para mí. Y solemnemente ocupamos nuestros puestos y
la presidenta da comienzo a la defensa explicando el orden del día,
cuando cierto alboroto del público interrumpe su discurso. Como era de
esperar, el sector geriátrico se había confundido de sala. No era a mi
defensa a la que venían, no. Los tres comienzan a descender hacia la
puerta, el hombre delante, que se gira hacia mí y pide perdón y no ve el
escalón a sus pies y cae estampándose contra una especie de pared de
madera (¡¿qué pinta eso ahí?!). Y allí quedan sus 84 primaveras, en el
suelo tiradas, sangrando por la frente herida. Y aún más increíblemente,
como si de una película americana se tratase, entre el público, ¿algún
sanitario en la sala?, sí, una enfermera, mi matrona, que al momento
comienza a organizar la situación. Hielo, ambulancia, ordena, y
tranquiliza al hombre que para aquel entonces ya es el señor José. Y un
otro hombre del público se hace cargo de la señora Aurora, la
equivocada, la que venía a ver la defensa de la hija que no la mía. La
tercera señora se queda allí con nosotros, con José, esperando el
traslado. Y casi menos mal que cambié de tesis, que la primera se
titulaba "A muller accidentada"... Y ahora la seria sala de defensas
está convertida en hospital de campaña comunitario. La presidenta dobla
su abrigo para ponerlo bajo la cabeza de José mientras, con el pañuelo
que ni se sabe quién prestó, limpia la sangre de la frente. La matrona
comprueba la estabilidad de la cadera, mueva la pierna, baje el pie,
mientras la secretaria, sentada en el suelo, coge y no suelta la mano
del hombre herido. Una mujer del público sale a la cafetería por el
hielo, alguien llama a los servicios médicos del campus, que vienen pero
no llega, hay que llamar a la ambulancia. ¿Y quién recuerda la defensa?
Todo es ya relativo. Y entra, apuradísima, que llegaba tarde, mi amiga
Ana, que viene de tan lejos y ve un cuerpo en el suelo y piensa que soy
yo desmayada. Probablemente estemos ante la primera tesis del mundo con
accidentado incluido. Cum laude no sé pero, ¿y un Guiness? Y pienso que,
la lotería no, pero como se me vienen los porcentajes ínfimos encima.
El caballero que había hecho de chófer de Aurora madre vuelve para
explicarnos la odisea de encontrar en todo el campus el lugar de la
defensa de Aurora hija. Era en Derecho, un tema de urbanismo. "En estos
momentos Aurora hija está ya defendiendo su tesis con la presencia de su
madre", explica solemne. Y, por fin, la ambulancia, personal sanitario
con la camilla de ruedas y la de palas. En cuanto veo esta última
abandono el presente y ahora estoy en el 3 de marzo, en mi casa, y me
evacúan en esa camilla maldita, pequeña y dura. Esos incompetentes.
Acierto a decir "no sé cómo pudieron" y le digo a mi director "no sé
cómo pude". Y él tampoco se explica cómo redacté la tesis en tan poco
tiempo... Y tengo que tragar saliva porque sí, ahora ya sí, entramos y
comenzamos la defensa. Una defensa ya normal, tensión perdida ante lo
acontecido, sin bajas, excepto alguna que otra hormiga corriendo por las
mesas, A Raíña das Formigas. No me extiendo mucho en mi intervención,
confieso que no tenía claro qué se esperaba que dijese. Seguidamente
habla el tribunal, una por uno, aportaciones valiosísimas que tendré en
cuenta para mejorar una tesis que parece que gustó, pero que fue
polémica, que quizás no seguía el estilo esperado en un trabajo
académico. Hablamos rápido, pesaba el retraso de más de una hora que
llevábamos a cuenta del malherido señor José. Tras una pausa de minutos,
contesto con brevedad a las cuestiones que considero más relevantes de
las propuestas por el tribunal. Habla mi director ya que ningún doctor/a
pregunta, en la ya mermada audiencia de la sala en esas horas de comer.
Es emocionante porque, más de diez años después, por fin lo
conseguimos. Y salimos unos minutos para que el tribunal ponga nota,
nota que comunica la presidenta ante los tres que por aquel entonces
quedábamos, en pie. Y mi matrona, emocionada, me regala una preciosa
libreta para que siga escribiendo. Y hacemos fotos y abrazos y besos y
alguna lágrima. Para el cum laude sigue el misterio hasta el día 20 que
en una de esas reuniones de estas cosas abran los sobres con el voto
secreto del tribunal. Y, sin la secretaria que se marchaba ya a otra
defensa (fruto del fordismo wertiano como bien definió la presidenta),
fuimos a comer los cuatro, e intercambiamos libros e ideas y propuestas
interesantes de futuro. Porque la tesis no es máis que el punto de
partida. Gracias al tribunal, Helena, Beatriz y Martin. Gracias a Marta y
Ana por el apoyo presencial y gracias a las compañeras por la fuerza
virtual. Y, sobre todo, gracias a mi director, Burghard, por confiar en
el proyecto y organizar todo. Solo tuve que preocuparme de escribir.
PD: desconozco el estado actual de José, no parecía grave.
A incrible defensa da tese "De Darío a Sofía (1996-2014). Representacións da maternidade en autoras galegas actuais"
Iamos xa mal de tempo. É o que ten saír da casa con dous nenos e un
vaso de colacao que perde. E aínda vómitos por aspersión tremenda contra
o coche, parada inescusable para mexar nunha cuneta. En fin, o que é a
vida. E chegamos por fin, co tribunal agardando por min, o meu director
xa na porta. Nada máis entro na sala, entre varias caras coñecidas,
sorpréndeme a presenza de tres persoas... digamos maduras..., non, o
seguinte, dúas mulleres e un home, dispostos a sentar nese mesmo
momento. "Que raro esta xente para unha tese de maternidade", penso para
min. E solemnemente ocupamos os nosos postos e a presidenta dá comezo á
defensa explicando a orde do día, cando certo rebumbio do público
interrompe o seu discurso. Como era de esperar, o sector xeriátrico
tíñase confundido de sala. Non era á miña defensa á que viñan, non. Os
tres comezan a descender cara á porta, o home diante, que se xira cara a
min e pide perdón e non ve o chanzo ós seus pés e cae estampándose
contra unha sorte de parede de madeira (que pinta iso aí?!). E alí
quedan as súas 84 primaveras, no chan tiradas, a sangrar pola fronte
fendida. E aínda máis incriblemente, como se dunha película americana se
tratase, entre o público, algún sanitario na sala?, si, unha
enfermeira, a miña matrona, que ó momento comeza a organizar a
situación. Xeo, ambulancia, ordena, e tranquiliza ó home que para aquel
entón xa é o señor José. E un outro home do público faise cargo da
señora Aurora, a equivocada, a que viña ver a defensa da filla que non a
miña. A terceira señora queda alí con nós, co José, esperando o
traslado. E case menos mal que cambiei de tese, que a primeira se
titulaba "A muller accidentada"... E agora a seria sala de defensas está
convertida en hospital de campaña comunitario. A presidenta dobra o seu
abrigo para poñelo baixo a cabeza do José mentres, co pano que nin se
sabe quen emprestou, limpa o sangue da fronte. A matrona comproba a
estabilidade da cadeira, mova a perna, baixe o pé, mentres a secretaria,
sentada no chan, colle e non solta a man do home ferido. Unha muller do
público sae á cafetería polo xeo, alguén chama ós servizos médicos do
campus, que veñen pero non chega, hai que chamar á ambulancia. E quen
recorda a defensa? Todo é xa relativo. E entra, apuradísima, que chegaba
tarde, a miña amiga Ana, que vén de tan lonxe e ve un corpo no chan e
pensa que son eu desmaiada. Probablemente esteamos ante a primeira tese
do mundo con accidentado incluído. Cum laude non sei pero, e un Guiness?
E penso que, a lotería non, pero como se me veñen as porcentaxes
ínfimas enriba. O cabaleiro que fixera de chófer da Aurora volve para
explicarnos a odisea de atopar en todo o campus o lugar da defensa de
Aurora filla. Era en Dereito, un tema de urbanismo. "Nestes momentos
Aurora filla está xa defendendo a súa tese coa presenza da súa nai",
explica solemne. E, por fin, a ambulancia, persoal sanitario coa padiola
de rodas e a de palas. En canto vexo esta última abandono o presente e
agora estou no 3 de marzo, na miña casa, e evacúanme nesa padiola
maldita, pequena e dura. Eses incompetentes. Acerto a dicir "non sei
como puideron" e dígolle ó meu director "non sei como puiden". E el
tampouco se explica como redactei a tese en tan pouco tempo... E teño
que tragar saliva porque si, agora xa si, entramos e comezamos a
defensa. Unha defensa xa normal, calquera tensión perdida ante o
acontecido, sen baixas, agás algunha que outra formiga a correr polas
mesas, A Raíña das Formigas. Non me estendo moito na miña intervención,
confeso que non tiña claro que se esperaba que dixese. A seguir fala o
tribunal, unha por un, aportacións valiosísimas que hei ter en conta
para mellorar unha tese que parece que gustou, mais que foi polémica,
que quizais non seguía o estilo esperado nun traballo académico. Falamos
rápido, pensando no retraso de máis dunha hora que levabamos a conta do
malferido señor José. Tras unha pausa de minutos, contesto con
brevidade ás cuestións que considero máis relevantes das propostas polo
tribunal. Fala o meu director xa que ningún doutor/a pregunta, na xa
mermada audiencia da sala nesas horas de comer. É emocionante porque,
máis de dez anos despois, por fin o conseguimos. E saímos uns minutos
para que o tribunal poña nota, nota que comunica a presidenta ante os
tres que daquela quedabamos, en pé. E a miña matrona, emocionada,
regálame unha preciosa libreta para que siga escribindo. E facemos fotos
e apertas e bicos e algunha bágoa. Para o cum laude segue o misterio
ata o día 20 que nunha desas reunións destas cousas abran os sobres co
voto secreto do tribunal. E, sen a secretaria que marchaba xa a outra
defensa (froito do fordismo wertiano como ben definiu a presidenta),
fomos comer os catro, e intercambiamos libros e ideas e propostas
interesantes de futuro. Porque a tese non é máis que o punto de partida.
Grazas ó tribunal, Helena, Beatriz e Martin. Grazas a Marta e Ana polo
apoio presencial e grazas ás compañeiras pola forza virtual. E, sobre
todo, grazas ó meu director, Burghard, por confiar no proxecto e
organizar todo. Só tiven que preocuparme de escribir.
PD: descoñezo o estado actual do José, non parecía grave.
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