mércores, 25 de xullo de 2018

Cesárea provínculo

Fotografía del artículo de La Vanguardia enlazado debajo
Artículo sobre la cesárea provínculo en La Vanguardia
Por qué no lo hemos hecho antes, se pregunta la doctora Carreras, responsable del Servicio de Obstetricia e impulsora de la cesárea que muchas llevábamos tiempo reclamando. Y es que se podía. Se podía estar acompañada. Se podía no separarse un segundo del bebé. Porque no es un cirugía de rutina. Es un nacimiento. Y la evidencia científica lo avala. Gracias a los y las profesionales que se cuestionan los protocolos y a las usuarias que nunca se rinden, como A.G., la mujer que propuso esta denominación y a la que hemos hecho las siguientes preguntas.

A.G., ¿cómo se te ocurrió el nombre de cesárea provínculo?
Durante nuestras negociaciones con la Dra. Carreras surgió el nombre que se le da a este tipo de cesáreas "respetuosas". Este nombre no gusta mucho a los profesionales porque implica que las otras no lo son. Así que había necesidad de buscar un nombre que distinguiera este tipo de cesárea del habitual. En mi primera cesárea me practicaron una cesárea "normal", brazos en cruz, sin hablarme, sin ver nada, sin contacto con mi bebé... Una cesárea que rompe el vínculo entre la madre y el bebé y, tal y como le expliqué a la Dra. Carreras, ese vínculo tardé meses en recuperarlo. Esta desconexión entre la madre y el bebé para mí es uno de los efectos secundarios que dura más tiempo y que más me duele a lo largo de los años. Este tipo de cesárea "pro-vínculo" intenta evitar que eso suceda, protege el vínculo entre la madre y el bebé.
Fotografía cedida por A.G. de su cesárea provínculo
Entonces, en concreto, ¿en qué es diferente este tipo de cesárea?
La diferencia es que la madre no es un sujeto pasivo, no es un útero al que extraer un bebé. La madre decide cómo será la intervención, quién estará con ella, el contacto con el bebé es inmediato... En este tipo de cesárea incluso el ambiente en quirófano es distinto, es respetuoso y amable. No te sientes como una más en una fila de muchas mientras hablan de sus cosas como si no estuvieras.

¿Qué diferencia supuso para ti respecto a tu experiencia previa?
No ha tenido nada que ver. De mi primera cesárea salí con estrés postraumático, ni siquiera he podido volver a pisar ese hospital y me daba ansiedad incluso ver el cartel que indicaba el desvío para ir. En esta ocasión, siento el hospital como mi casa. Me siento cómoda y a gusto. Nos hemos entendido y respetado mutuamente.

¿Y sabes cómo se llegó a este cambio?
Cuando yo acudí al hospital su intención ya era ofrecerme una cesárea de este tipo, aunque yo no deseaba esa opción, al menos no como mi única opción. Creo que lo que hicimos fue coger unas ideas previas que ya tenían y terminar de darles forma y, sobre todo, que entendieran que esto no es por una moda, que esto da respuesta a unas necesidades reales. Que la forma anterior de hacer cesáreas no era la adecuada para el bienestar emocional de la madre.

¿Pueden hacerse así todas las cesáreas?
Todas las cesáreas que no sean de urgencia vital. Cuando hay que correr hay que ir a la faena, pero si no es así, entonces sí, todas las demás cesáreas podrían ser perfectamente pro-vínculo, porque no entorpece el flujo de quirófano habitual, no da mucho más trabajo ni supone ningún riesgo para la madre ni el bebé, pero, en cambio, sí tiene beneficios para ambos.
Otra imagen de A.G. con su bebé durante la cesárea provínculo
Muchas gracias A.G. y enhorabuena, ¿quieres añadir algo?
Sí, para mí esto va más allá de si la cesárea es pro-vínculo o normal. Esto es un verdadero cambio de paradigma en la relación médico-paciente. Lo habitual hasta ahora era que el médico te daba indicaciones y tú simplemente las cumplías. Hoy en día, con la enorme cantidad de información disponible, nos estamos adueñando de nuevo de nuestra capacidad para decidir. La relación médico-paciente cambia de médico-activo/paciente-pasivo a médico-asesor/paciente-activo. El papel del médico es diagnosticar, aconsejar, recomendar y el paciente es quien toma las decisiones sobre su salud, aceptando o rechazando el tratamiento ofrecido y solicitando alternativas posibles. Es un cambio profundo que requiere tiempo. En el caso de la mujer embarazada, cuando te decían que tocaba cesárea o inducción, no solicitabas las pruebas, no comparabas, no preguntabas, simplemente ibas a cesárea o a inducción. El tema es que olvidamos que la Ley de Autonomía del Paciente dice claramente que es nuestro derecho y responsabilidad decidir sobre nuestra salud. Para mí, esto fue un viaje de recuperación de mi derecho a decidir y de que se respetaran mis deseos. Esto va más allá de si quiero música en quirófano o si quiero rechazar totalmente la cesárea. Se trata de que la responsabilidad última es nuestra, nuestros cuerpos, nuestros hijos, nuestras vidas y es nuestro derecho y responsabilidad decidir de forma informada y ser respetadas.
Este fue un verdadero aprendizaje sobre la empatía, lograr que entendieran mi punto de vista y también entender el suyo. Los médicos ejercen como les han enseñado y los hay que están más o menos abiertos al cambio. Estamos exigiendo una revolución (muy necesaria) pero esta tiene que hacerse con tacto y empatía también hacia los médicos, ya que si queremos que nos cuiden no podemos ir a pedradas con ellos. El respeto no se exige, se gana y va en ambos sentidos.
Así que puede que la cesárea pro-vínculo sea el titular más visible y atractivo pero el cambio fue mucho más profundo y es de ese del que estoy especialmente orgullosa. Yo aprendí mucho, espero que mis médicos también.
 

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