mércores, 17 de abril de 2019

Los piojos y los niños



Los piojos, esos desagradables parásitos que causan picor en el cuero cabelludo y que con relativa frecuencia se convierten en plaga entre los escolares, nos traen, y nunca mejor dicho, de cabeza.

Por suerte en casa, y toco madera, no hemos tenido que preocuparnos por su presencia pero lo cierto es que cada pocos meses me llega el testimonio de alguna amiga que, tras descubrir a sus pequeños rascándose la cabeza o ser avisada de la aparición de casos en su colegio, identifica con horror piojos al revisar el cuero cabelludo de sus hijos.

Estos parásitos, que producen el picor al alimentarse en el cuero cabelludo, son altamente contagiosos, saltando con facilidad de cabeza en cabeza. Por eso se propagan con rapidez en colegios y guarderías, pero también en casa. Es fácil que un niño con piojos contagie a sus hermanos e incluso al resto de familiares.

Por esta capacidad de extenderse, ante la mínima sospecha de la presencia de piojos en casa debemos comenzar un tratamiento antiparasitario. Para ello tenemos que recurrir a la farmacia.


Veremos que hay diferentes productos que combinan distintos principios activos con el objetivo común de eliminar a estos parásitos. Suelen funcionar como un champú que debe dejarse durante unos minutos sobre la cabeza antes de aclarar para que tenga efecto.

Algunos productos son efectivos con una sola aplicación. Con otros tendremos que repetir el proceso. Esto es importante porque no todos los niños van a tolerar bien el tratamiento, sobre todo si son muy pequeños o diferentes. Estoy pensando en nuestro número dos.

Es autista y durante mucho tiempo resultaba verdaderamente difícil lavarle la cabeza. Y no me refiero solo a ponerle champú. El agua cayendo sobre su pelo y su cara era para él imposible de soportar al punto de entrar en histeria e intentar salir, desesperado, de la bañera.

Mi actitud con él siempre ha sido de intentarlo todo pero darle su espacio. Esto es, voy a lavarte la cabeza pero, si te niegas, paro, negociamos y consigo mojártela un poco un día, a la semana siguiente un poquito más.

He preferido dejarle su espacio, cierto que en perjuicio de la pulcritud, pero el tiempo ha resultado avalar mi decisión. A día de hoy se lava el pelo sin problema junto a muchas otras actividades rutinarias que para él eran montañas.

Lo fácil sería sujetarlo entre dos y enjabonarlo pero, como siempre digo, es fácil someter a un niño pequeño, ¿qué haremos cuando tenga 40 años si no le hemos enseñado a incorporar voluntariamente estas rutinas?

Si por aquella época hubiésemos padecido piojos no nos quedaría más remedio que aplicar el tratamiento aunque supusiese lloros. Pediría entonces consejo al farmacéutico para comprar el producto más rápido y efectivo.


Además de estos productos, se recomienda utilizar una liendrera, que es un peine de puás metálicas, finas y juntas que capturarán, entre ellas, las fases inmaduras de los piojos y los huevos. Hay que tener en cuenta que los productos antipiojos suelen eliminar solo a las formas adultas.

Por último, a mis amigas les ha funcionado aplicar abundante mascarilla para el cabello. Se cubre con un gorro de ducha y se deja actuar una media hora. Esto también mata a los piojos. Seguirá siendo necesario pasar la liendrera.

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