Muchas veces leo que el patriarcado nos obliga a amamantar y
supongo, entonces, que solo me pasará a mí:
- que
me den, con el alta, un folleto con el nombre de una leche artificial 1 aunque
sepan que estoy con lactancia materna.
- que
le den un biberón a mi hijo sin mi consentimiento y sin decírmelo.
- que
la pediatra desconozca el significado de "a demanda".
- que me
digan que mi leche sola no.
- que
tenga que discutir con un pediatra que se niega a operar un frenillo que
dificulta la lactancia.
- que
tarden 15 días en darme cita cuando sobrevivo a base de paracetamol y heridas
en los pezones.
- que
me digan que me pase al biberón que así me cuidan al niño y yo salgo...
- que
cómo le doy tan mayor...
Pero no solo a mí me pasan las 16 semanas de baja que acaban
suponiendo la institucionalización, normalización y apoyo al biberón. Porque
trabajar a las 16 semanas permite pero dificulta seguir amamantando. La
lactancia materna se arrincona, se reduce al ámbito doméstico. Invisible e
improductiva. Qué "casualidad" que sea un atributo exclusivamente
femenino... Como mujer, como feminista, siento cercenada mi capacidad de
decisión porque la única ayuda es guardería de 0 a 3 y biberón. Las 16 semanas
para padres en un país en el que las mujeres, por serlo, dedicamos tropecientas
horas más que los hombres a limpiar la casa, según las encuestas, no garantizan
igualdad. Eso sí, en 16 semanas podremos tener muchos campeones de
triatlón... mientras nosotras trabajamos
dentro y fuera. Y es que nos la han
jugado. El patriarcado nos quiere en el trabajo en 16 semanas, produciendo,
consumiendo y "estandarizando" a nuestros bebés. Pero no hemos
abandonado el hogar, solo a nuestras crías y a nuestro cuerpo. La lactancia es
parte de nuestra sexualidad, por mucho que se empeñen en socializarla, y
negarla no es igualdad, sino asumir el discurso de los que nos han llamado
débiles. La revolución es destruir las fronteras entre el espacio público y el
privado. Y urge.
16 semanas
Moitas veces leo que o patriarcado nos obriga a aleitar e
supoño, entón, que só me pasará a min:
- que
me dean, coa alta, un folleto co nome dun leite artificial 1 aínda que saiban
que estou coa lactación materna.
- que lle
dean un biberón ó meu fillo sen o meu consentimento e sen dicirmo.
- que a
pediatra descoñeza o significado de "a demanda".
- que me
digan que o meu leite só non.
- que
teña que discutir cun pediatra que se nega a operar un frenillo que dificulta a
lactación.
- que
tarden 15 días en darme cita cando sobrevivo a base de paracetamol e feridas nos
tetos.
- que
me digan que me pase ó biberón que así me coidan o neno e eu saio...
- que
como lle dou tan maior...
Pero non só a min me pasan as 16 semanas de baixa que acaban
supoñendo a institucionalización, normalización e apoio ó biberón. Porque
traballar ás 16 semanas permite pero dificulta seguir aleitando. A lactación
materna acantóase, redúcese ó ámbito doméstico. Invisible e improdutiva. Que
"casualidade" que sexa un atributo exclusivamente feminino... Como
muller, como feminista, sinto tallada a miña capacidade de decisión porque a
única axuda é gardería de 0 a 3 e biberón. As 16 semanas para pais nun país en
que as mulleres, por selo, adicamos tropecentas horas máis que os homes a
limpar a casa, segundo as enquisas, non garanten igualdade. Iso si, en 16
semanas poderemos ter moitos campións de triatlón... mentras nosoutras traballamos dentro e
fóra. E é que nola xogaron. O
patriarcado quérenos no traballo en 16 semanas, producindo, consumindo e "estandarizando"
os nosos bebés. Pero non abandonamos o fogar, só as nosas crías e o noso corpo.
A lactación é parte da nosa sexualidade, por moito que se empeñen en
socializala, e negala non é igualdade, senón asumir o discurso dos que nos chamaron
febles. A revolución é destruír as fronteiras entre o espazo público e o
privado. E urxe.
Ningún comentario:
Publicar un comentario